domingo, 23 de octubre de 2011

Virgen de Guadalupe

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historia:

La Virgen Santísima apareció en el Tepeyac, México, a san Juan Diego el martes 12 de diciembre de 1531, apenas diez años después de la conquista de México. 

La madre de Dios viene para dar a conocer el evangelio a sus hijos nativos del nuevo continente y para: 
"mostrar y dar" 
todo su
"amor y compasión, auxilio y defensa, pues era vuestra piadosa madre". 


Como prueba de su visita la Virgen milagrosamente hizo que en aquel lugar aparecieran preciosas rosas de Castilla y que su imagen se quedara permanentemente en la tilma de su siervo. 

Durante cuatro días la Virgen se había comunicado con Juan Diego hablándole en su propia lengua, el náhualtl


Náhuatl: (Se deriva de nāhua-tl, "sonido claro o agradable" y tlahtōl-li, "lengua o lenguaje") o mexicano es una lengua uto-azteca que se habla principalmente por nahuas  en México y en América Central que surgió por lo menos desde el siglo VII. 

Al identificarse, María usó la palabra "coatlallope"; un sustantivo compuesto formado por: 

"coatl" o sea, serpiente, la preposición "a" y "llope", aplastar; es decir:
 se definió como "la que aplasta la serpiente". 

Otros reconstruyen el nombre como "Tlecuauhtlapcupeuh" que significa:
"La que precede de la región de la luz como el Águila de fuego". 

De todas formas el vocablo náhualtl sonó a los oídos de los frailes españoles como el extremeño "Guadalupe", relacionando el prodigio del Tepeyac con la muy querida advocación que los conquistadores conocían y veneraban en la Basílica construida por Alfonso XI en 1340. 

 
La Virgen de Guadalupe dio al indio Juan Diego un delicado trato de nobleza elevando proféticamente la condición de todo su pueblo. El Señor "derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes".  Al mismo tiempo, La Virgen trajo reconciliación y no división entre los nativos y los españoles. Les ayudó a ambos a comprender que la fe cristiana no es propiedad de nadie sino un don de amor para todos. La Virgen pide a Juan Diego que vaya al obispo. El obispo de México era Fray Juan De Zumárraga, franciscano. De esta manera la Virgen enseña que se debe someter a la autoridad legítima que Jesús estableció en la Iglesia. 



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Fenomeno de las pupilas:

Cuatrocientos años debieron pasar para que la cultura occidental reconociera admirada que la imagen impresa sobre el ayate indígena era un verdadero códice mexicano, un mensaje del cielo cargado de símbolos.

Helen Behrens, una antropóloga norteamericana descubrió en 1945 lo que los ojos de los indios habían "leído" en la pintura de la "Madre del verdadero Dios por quien se vive" aquel diciembre de 1531.

Un famoso oculista, Lauvvoignet, examinó con un poderoso lente la pupila de la Virgen, y observó, maravillado, que en el iris se ve reflejada la imagen de un hombre. Esto fue al principio de una investigación que condujo a los más inesperados descubrimientos.



Por medio de la digitalización se observa en la pupila de una fotografía todo lo que la persona estaba mirando en el momento de tomarse la foto. El Dr. Tosnman, especializado en digitalización,  le ha tomado fotografías a la pupila de la Virgen de Guadalupe. Después de ampliarlas miles de veces, logró captar detalles imposibles de ser captados a simple vista.

¡Ha descubierto lo que la Virgen miraba en el momento de formarse la imagen en la tilma de Juan Diego!






El fenomeno de la tela:


Lo primero que llama la atención de los expertos en textiles es que la tela del ayate sobre el que está la imagen de la Virgen es de fibra vegetal de maguey. Por su naturaleza, esta fibra se descompone por putrefacción en veinte años o menos. Así ha sucedido con varias reproducciones de la imagen que se han fabricado con este mismo tejido. Sin embargo el ayate de la imagen ha resistido mas de 470 años en perfecto estado de conservación. Por causas ininteligibles a los expertos, el ayate de la imagen es refractaria a la humedad y al polvo. 


La imagen de la Virgen de Guadalupe estuvo 116 años expuesta a las inclemencias del ambiente, sin protección alguna contra el polvo, la humedad, el calor, el humo de las velas y el continuo roce de miles y miles de objetos que fueron tocados a la venerada imagen, además del constante contacto de manos y besos de innumerables peregrinos.

Todo esto sin que se haya deshilachado ni desteñido su bella policromía. 




Una tilma que no se corrompe. 

Unos colores que no fueron pintados. 

Una pupila que contiene toda la escena y todas las personas del momento del milagro. 

Estamos ante una imagen que ni el tiempo ni los atentados de hombres llenos de odio han podido vencer.









































1 comentarios:

Anónimo dijo...

Es muy chévere la historia de la Virgen de Guadalupe, seas o no creyente, te hace pensar mucho en las manifestaciones de Dios.